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Una nueva comunidad, un nuevo amor

Actualizado: 20 may 2021

Cuando el amor por Dios nos llama a buscarlo en la comunidad



Han pasado algunos de días desde que regresé del Retiro de la cuarta comunidad, en la Casa de Alianza, y siento el corazón encendido como si fuese ayer que estuve compartiendo con ese grupo de corazones que me encargaron animar.


Todos ellos fueron convocados en el "Retiro de Pentecostés" de este año 2020, el cual en principio se haría presencial, pero que debido a la pandemia hubo cambio de planes. De hecho, casi, casi los frustra. Sin embargo, Dios tenía en mente otra cosa. Aunque fue impartido íntegramente a través del programa de videollamada Zoom, ese retiro fue un éxito, no solo en sentido humano, fue un éxito también para Dios. Pensábamos que a lo mejor se podrían entusiasmar a un par de personas y conseguir formar una comunidad más, además de la que ya tenemos. En cambio, el Señor pidió echar las redes y, al igual que en la pesca milagrosa (San Lucas 5 1-11), se pescó en abundancia. Ese día se formaron tres nuevas comunidades de 12 personas cada una. El retiro del cual les hablaré fue dirigido a una de esas comunidades.



Comunidad a distancia

A mí me encargaron guiar a la cuarta comunidad, y aunque no tengo mucha experiencia, el solo hecho de pensar que esto es "algo del Señor", me llenó de ánimo y alegría. Nos conocíamos solamente por Zoom, vídeo llamadas y Whatsapp. Usar esos medios para presentarnos, compartir la oración y motivarnos, fue todo un reto, ya que es algo extraño e intimidante enviar mensajes, presentándote y abriendo tu corazón a personas que apenas viste unos segundos por la pantalla de tu celular. Sin duda, tanto para mí como para ellos, eso fue un paso de fe. Y así continuamos unos meses hasta que, gracias a que el confinamiento de la pandemia nos dio un respiro, pudimos planear el tan ansiado retiro presencial, el cual llegó a mediados de agosto de este año.



Cerca pero no tanto!


Sin duda es agotador y estresante tener que guardar la distancia física, ya que es algo ajeno a nuestra naturaleza. Como buenos hispanos queremos abrazarnos y estrecharnos, para saludar, para despedirnos, para felicitar, para animarnos, y cuando estamos felices, nos motiva abrazar un poco más. Además, el hecho de usar la mascarilla con ese calor y humedad de verano, no es nada agradable. Aunque todo esto y las normas de higiene a seguir podrían ser desalentadoras para muchas personas, nosotros quisimos participar con entusiasmo y alegría, seguramente movidos por fidelidad a nuestra vocación cristiana (2°Carta de San Pedro 1, 3-11) y por amor a Aquél que nos llamó.







Fueron casi 2 días de oración, estudio y compartir, que gracias al padre Joselo, que con su carisma y conocimiento estuvieron llenos de la presencia de Dios. Lectio Divina, testimonios, conocernos más, disfrutando buenos momentos juntos, sin faltar los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, que hicieron que este retiro estuviera completo. El paisaje y la Casa de Alianza, tan acogedora como siempre, nos hicieron sentir como si llegáramos al hogar al que añoramos regresar, mientras que el batir de las campanas y el canto de las hermanas a lo lejos, dieron la nota mística.






¡El retiro fue un éxito una vez más!

El Señor a confirmado el llamado en nuestros corazones, su Evangelio se ha revelado como Palabra Viva ante nuestros ojos, su Santo Espíritu inspiró en nosotros nuevas ansias de conocerlo más y sembró en nosotros la caridad por nuestro prójimo, reconociéndonos ante Dios Padre como hermanos.





A la Virgen María, Madre de la Iglesia y Madre Nuestra, le encomendamos tanto a esta comunidad como a las otras. Le pedimos que nos muestre el camino hacia su hijo Jesús y nos enseñe a decir siempre "Sí" a la voluntad de Dios. Amén


Evelyn Lostarnau


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