Vamos camino a Belén en caravana junto a María y a José, y precisamente en esa caravana nos encontramos con tantos hermanos con quienes podemos compartir y anunciar la Buena Nueva de que Jesús está viniendo también a nuestros corazones y a nuestros hogares, siempre que nos dispongamos a recibirlo.
Empezando este segundo Domingo de Adviento, hacemos introspección y miramos cómo se pasó el 2020 y nos damos cuenta cuán agradecidos estamos de tener un Dios vivo. Sí, vivo en medio nuestro porque pudimos y podemos verlo en los gestos más insignificantes y en los detalles más pequeños. Nos podemos preguntar, entonces, ¿cuál es el espíritu navideño si falta el encuentro con los demás? Salir de uno mismo para ir hacia el hermano necesitado, visitar aquel vecino que no puede salir de su casa, dar a ese otro que no tiene una comida caliente, o llamar a aquel otro que está lejos físicamente pero que necesita un oído y un corazón para charlar, escuchar y ser escuchado.
En este 2020 nos vimos “afectados” por no haber podido viajar tan seguido, como quizás varios estábamos acostumbrados, o a disfrutar de una buena comida con amigos, lo cual podría habernos angustiado. A su vez, esto lleva a preguntarnos, ¿dónde está nuestra prioridad? ¿en Dios o en el dinero y el disfrute? Partiendo de esta pregunta inicial es que podemos seguir cuestionándonos qué es ser ricos a los ojos de Dios. ¿Será que cuánto más riquezas materiales tengamos, más cerca del Cielo estaremos? ¿O será más bien que cuánto más solidarios seamos con lo poco o lo mucho que tengamos, podremos encontrar a Cristo en el prójimo y así también cumplir la voluntad de Dios aquí en la tierra, saboreando ese pedacito de Cielo en nuestro aquí y ahora?
La Navidad es compartir, sentir con el otro para que el Niño Dios pueda realmente nacer en nosotros y así podamos “nacer de lo alto”: alto no tanto en estatura, sino más bien en generosidad, solidaridad y compasión porque sabemos que es más feliz aquél que comparte que el que se guarda todo para sí mismo y porque precisamente entregando todo hasta quedarse sin nada entre nuestras manos es como podremos sentir en nuestro corazón esa alegría verdadera que nos otorga solo y únicamente Dios.
Escuchando el Evangelio de este Domingo, vemos la presencia de Juan el Bautista, ejemplo de humildad para anunciar la venida de Jesús. ¿Cómo reconocer a los hermanos alrededor nuestro si no somos humildes y salimos de “nuestro mundo”?
Agranda, Niño Jesús, nuestro corazón y nuestra solidaridad con los que están al lado nuestro y tantas veces no nos damos cuenta. Ensancha nuestra mirada y nuestra capacidad de escucha para llevar a todos y a cada uno Tu presencia con nuestra presencia. Transfórmanos, Señor, para que seas más Tú y menos nosotros. Qué ojalá podamos entender que la ecuación de la Vida está más en dar que en recibir, sabiendo que en ese intercambio de amor todos salen ganando: el otro es mi prójimo porque hubo alguien primero que me consideró y me considera su prójimo.
Ayúdennos, María y José, santa Familia de Nazareth, a poder crecer en esta Navidad en esa sed de amor y de solidaridad por el otro, sin mirar las apariencias, sino contemplando con compasión a cada persona que se nos va presentando a lo largo del día y de la vida; y qué sepamos ver en cada hermano-prójimo la oportunidad que nos acerca Dios para amar con Amor verdadero.
¿Cómo nos preparamos para caminar junto a María, José y el Niño que va casi 9 meses de gestación? ¿Cómo aprovechamos el día para amar más, no tanto con grandes obras, sino más bien con grandes sonrisas y con gran entusiasmo por contagiar a los demás la alegría, fe, esperanza y paz?
Te invitamos a sumarte a la caravana de Adviento todos los viernes y sábados antes de Navidad.
Link de inscripción : https://www.catolicosenalemania.com/charlas-adviento-online-alemania
Milagros, estudiante argentina
Hamburgo
Comentarios