"No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres." (Lc. 5,10)
Primero habernos conocido virtualmente y luego presencialmente. Llegar y saber quién era cada uno. Llegar y saber que al lado teníamos un hermano para tendernos una mano. Llegar y dejar todo en manos de Dios y de Mamá María. Llegar y descansar en medio de la naturaleza. Llegar y dejar esa mochila pesada que traíamos a cuestas para lanzarse a la aventura espiritual, dejando que Dios y María actuaran en nosotros. Llegar y dejarse simplemente sorprender. Llegar y empezar a saborear los mimos y detalles que Jesús y María habían ido preparando desde Pentecostés.
En medio de tanto barullo alrededor nuestro y en el mundo, estos dos días significaron un volver a sentir la maternal presencia de una Madre como es María. Ella, dulce e inmaculada, nos fue trayendo a cada uno desde un lugar distinto, a la mayoría desde distintas ciudades de Alemania e incluso desde Bélgica! Cada uno trajo su historia personal, su experiencia, sus palabras y acentos, su estudio o carrera profesional, sus virtudes y valores, sus talentos y dones para poner todo al servicio de Dios y del prójimo, sus anhelos más profundos, sus inquietudes y sus cruces. De todos aprendimos y seguiremos aprendiendo.
Fue volver a compartir con hermanos en la Fe un encuentro con el Creador. Fue volver a reír y sonreír con amigos. Fue volver a rezar en y por la comunidad. Fue regalar generosidad al prójimo, haciendo todo lo que estaba a nuestro alcance y más para que aquellos que no hubiesen podido viajar físicamente, se pudiesen conectar y viajar virtualmente al Santuario e incluso deleitarnos con música desde Barcelona! Fue dejar que todo fluyese y ver cómo Dios iba obrando en cada uno (¡y por supuesto que sigue!). Fue celebrar la alegría de tener un Dios vivo en medio nuestro, descubriendo Su presencia día tras día. Fue celebrar Misa todos juntos como comunidad. Fue rezar y meditar en comunidad y de manera personal con el Señor. Fue hacernos preguntas y profundizar en las tantas inquietudes que traíamos y que iban apareciendo. Fue empezar a indagar el nombre de nuestra comunidad. Fue enriquecerse de y con los demás. Fue descubrir qué dichosos somos con las simplezas y pequeñeces diarias. Fue rezar la oración de la noche realizada entre todos a la vela del Tabernáculo, en presencia de Dios y de la mano de María. Fue compartir un encuentro personal y en comunidad con el Pan bajado del Cielo. Fue ir a un retiro y volver con una Familia que sabes que reza por vos. Fue ir con las manos vacías y volver con el corazón ardiendo por los tantos regalos recibidos. En definitiva, fue compartir, reír, charlar, hacer bromas, cantar, rezar y por sobre todo vivir con alegría la Vida que nos fue regalada. Fue ser cristianos alegres en medio del mundo. Fue todo esto y más pero SIEMPRE de la mano de nuestro buen Papá Dios y nuestra amadísima Mamá María.
La GRAN pregunta que se nos fue desmigajando a lo largo de estos días fue, ¿Por qué y para qué estamos aquí en Europa? ¿Por qué y para qué estoy yo aquí y ahora en X ciudad? ¿Por qué y para qué Dios me habrá traído tan lejos de mi país? ¿Por qué y para qué me habrá invitado a formar parte de esta comunidad? ¿Cuál es mi misión en este momento puntal de la historia y en el este lugar determinado donde me encuentro?
¿Algo que nos faltó? Estar los 14 de la comunidad 'face to face'. ¡Pero! ¡Dios nos regaló a una nueva integrante! Y el domingo tuvimos la dicha de compartir la bendición de la hija de otra de las integrantes. Nada mal, no?
Gracias Mamá María por este regalo inmenso de compartir este tiempo con tantas personas queridas. Cuídanos y enséñanos, Madre nuestra, a cómo amar más y mejor cada día. Amén.
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