Desde el mismo corazón de Vallendar donde se erige el Santuario original de la Virgen de Schoenstatt, fuimos convocados el pasado 17 de septiembre a la peregrinación en español que se hace cada año. La Mater, nombre cariñoso que recibe la virgen en esta advocación, y la hermana Carolina Sandrone, encargada del Movimiento de Schoenstatt para el trabajo con hispanohablantes en Alemania, fueron las anfitrionas de un día maravilloso, donde cada momento estuvo cargado de pequeños detalles de amor.
A la Mater le encanta reunir a sus hijos, peregrinos de todas las misiones y de todos los rincones de Alemania. Fue hermoso ver la diversidad de colores: colores de piel, colores de banderas, colores brillantes de las cuentas del Rosario rezado entre hermanos, entonando cantos llenos de alegría. Diversidad pero en Unidad, todos reunidos como hermanos, en torno a la Madre.
Llegamos, caminamos, rezamos, peregrinamos; compartimos el pan, tanto en el almuerzo como en la Eucaristía. Llegamos hasta el Santuario original, al mismísimo corazón de la Mater, a cobijarnos bajo su también colorido manto.
Hubo personas que sellaron su Alianza de Amor, otras renovaron su compromiso como misioneras, se ofreció el “capital de gracias'', entregas y pedidos a Nuestra Señora tres veces admirable de Schoenstatt. Esos papelitos cargados de Fe, encendieron el fuego, fueron quemados y su humo ascendió al cielo, como ofrenda de los peregrinos.
La Fe del pueblo que peregrina en Alemania fue el sol que iluminó y calentó los corazones imponiéndose a la lluvia pronosticada. Y cuando por momentos la lluvia cayó, ya fue percibida como una bendición. Una bendición que se derramó como “gotitas de gracia” que cayeron desde el cielo, sobre cada uno de nosotros. ¡Gracias Mater!
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